A cuatro metros de profundidad perviven los restos de la Font de la Bonaigua, construida en 1933 por el Ayuntamiento republicano y nacionalista de Daniel Cardona Civit. Una mina de 165 metros que nacía cerca de Can Miquelitus, que todavía brota y cuyas aguas van a parar al colector. Durante la posguerra era uno de los pocos lugares de recreo y libertad para los vecinos. Durante los años cincuenta y sesenta disponía de un merendero como punto de encuentro, muy popular y frecuentado, especialmente domingos, festivos y verbenas de San Juan y de San Pedro, y que incluso se conocía fuera de Sant Just. El desarrollo y el SEAT 600 permitieron a la ciudadanía desplazarse más lejos, se cerró el merendero, el agua se declaró no potable y la fuente quedó abandonada. Finalmente, a principios de los años setenta, las tierras aportadas para cubrir el colector del arroyo la enterraron.