Las excavaciones lideradas por Josep Barberà Farràs entre 1972-1990 descubrieron que ya había habido viviendas hacia el siglo VI antes de nuestra era. Podían albergar entre cincuenta y setenta personas en su momento álgido, entre los años 450 y 300 a. C., y pertenecían a la tribu de los layetanos. Se localizó una de las pocas plaquetas de plomo escritas en alfabeto ibero de la costa catalana. Cultivaban trigo, cebada y avena, que transformaban en harina con la ayuda de molinos de piedra. Los tejidos de lana los intercambiaban por perfumes y cerámicas cartagineses o áticos. En el año 2000, el Ayuntamiento de Sant Just adquirió el terreno y en 2002 el Consorcio del Parque de Collserola hizo la excavación arqueológica y la restauración de la cima. Se obtuvo la certeza de que la torre medieval se había levantado encima de estructuras ibéricas.